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CEREMONIA
Los impresionantes paisajes del Desierto de los Leones, un bosque cercano a la Ciudad de México, fueron el marco para esta maravillosa boda.
Para la ceremonia, instalamos una largo marquesina donde los invitados podían sentarse en bancas blancas a ambos lados del pasillo.
Todos se conmovieron cuando la novia y sus padres caminaron por el pasillo de espejo, rodeado por cientos de impresionantes y frondosos arreglos de hortensias blancas y amapolas.
A mitad de camino, los novios se encontraron y caminaron juntos hasta el altar, un punto creado a partir de estructuras tubulares de concreto con cortes transversales que creaban espacios alargados donde se oficiaron los rituales de la ceremonia, con ambas familias al lado de los novios.
Alrededor del lugar, había algunas mesas blancas de diseño sencillo y bancas donde colocamos hermosos arreglos de dalias naranjas, tulipanes y rosas blancas.
RECEPCIÓN
La recepción fue un evento vibrante que se fusionaba con el ambiente forestal del lugar, a la vez que también elementos intergalácticos a la atmósfera. Colocamos sutiles halos de luz alrededor de algunos de los árboles, además de colgar elegantes candelabros de cristal y cúpulas de follaje como decoración.
Los invitados pudieron descansar en largas mesas de madera y sillas de mimbre para disfrutar de un delicioso banquete.
Los centros de mesa que los acompañaban consistían en altos candelabros con velas blancas y arreglos compuestos por dalias blancas y rosas en tonos magenta y un suave tono rosa.
Sobre la pista de baile colgamos un gran globo que simbolizaba la luna, mientras que Júpiter se reflejaba en la cabina del DJ, acompañado de otros globos más representando otros planetas.
La mesa de dulces fue un festín en sí misma, con una variedad de delicias, como pastelillos de frutos rojos, fruta fresca, dátiles, un árbol de manzanas caramelizadas y un pastel de boda de cuatro pisos.
